sábado, 6 de noviembre de 2010

Susan Sontag


Partiendo de la comparación que utiliza para excusar abusos de sacerdotes hacia niños la figura mundialmente reconocida de Juan Pablo II, la autora nos mete en el inmenso mundo de la belleza, su relación con las ideas éticas, su historia, su valor en el tiempo, su valor en la actualidad, cómo referirse a ella, cómo se refieren a ella. El papa comparó la Iglesia corrompida con una gran obra de arte la cual presenta heridas en su superficie, pero que aún así se mantiene igual de bella.

Él, habla de la permanencia de la belleza en una obra, pero según la autora, el permanecer en el tiempo no es uno de los atributos principales de lo que se denomina “bello”. Al revés, muchas veces lo que nos conmueve es lo más efímero, sabemos que sólo es un pequeño instante lo que disfrutaremos esa experiencia, lo que nos hace sentirlo más maravilloso. Se han creado distintos tipos de belleza, como belleza interior o adjetivos para referirse a lo bello según su nivel de transmisión de sensación de bienestar o fascinación a nuestro ser.

La belleza física, del cuerpo humano, es donde más utilizamos los distintos valores de lo bello. Para la autora, es evidente que Juan Pablo II no utilizaría este tipo de belleza para hacer su comparación con esa mancha que crearon esos sacerdotes en la Iglesia. ¿Por qué? La razón de que no lo haya utilizado es porque el pontífice quiso “elevar” a esa institución, por eso uso el arte, que es la forma en la que la belleza como idea perdurable se acomoda mejor. En cambio, la belleza humana, el rostro, el cuerpo, tienen que pagar la factura del tiempo y de la muerte, no como el arte, que dura siglos y siglos y transmite el mismo sentimiento.

Seguimos con la historia del término “belleza”. ¿Qué es la belleza? ¿Cómo ha variado esto en el tiempo? Pues bien, Susan Sontag comienza explicando que ese término ha estado expuesto a numerosísimos cambios en la historia y que así debe continuar. Aquel que reprime el desarrollo de las ideas innovadoras no tienen interés en modificar la idea de belleza.

Nombra cómo hace más de un siglo se intentaba restarle importancia a la belleza y se tomaba como un término conservador y vacío. En ese mismo momento, en cambio, había personas como Wilde que defendían la belleza. Esa exclusión a la belleza nos hace llegar a pensar que el arte se está extinguiendo, puesto que ahora ya no se tiene en cuenta si es bello o no, tan solo que impresione y venda.

No se ha utilizado, incluso cuando la belleza tenía valor en una obra, la palabra bello, sino que se utilizaban otros términos paralelos o otras cualidades que nos lleven a la belleza de la obra. El “gusto” está ahí para que haya entendidos, es decir, en el arte la belleza no la tenemos delante nuestro, hay que descifrar la obra, pensar en lo que transmite y en ese momento se decide si es bella o no. Para algunos, dice Sontag, el gusto provenía de respuestas inmediatas e imposibles de disuadir, Kant propuso que había de realizarse un juicio que tuviera en cuenta la perdurabilidad y la generalidad de la obra, para así volver a la obra pública y democrática. Otros consideraban para hablar de una obra de arte, había que ser empírico, dejarse guiar por los sentidos y no por el juicio.

La belleza fue poco a poco vaciándose por culpa de que nadie se atreve a decir que algo es feo, ya la gente no se plantea si algo es bello o no lo es, simplemente sucumben al consumismo y siguen las mareas de ideas, aunque sea feo, si se usa, se compra dándole al objeto, su aprobación.

El bueno gusto se tiene ahora como una idea anticuada, ahora ya no importa el gusto, si es algo innovador, fácil e impresiona gusta. Eso ha creado que ahora todo pueda ser arte, aunque no sea bello. La idea de belleza discriminatoria, es decir, que tan solo algunas cosas tuvieran el honor de ser nombradas bellas, era antes lo que creaba que tuviera atracción, ahora, se toma esa idea como actuar con prejuicios, sin tolerancia y sin ser capaces de aceptar al resto de personas o artes que no son como los nuestros.

Ahora son términos como “interesante” o “magnífico” lo que centran la atención en una obra, se considera una banalidad decir que algo es hermoso o bello. Algo puede ser interesante y tener la aprobación de la crítica sin necesidad de que les parezca bello, no se valora la armonía, el color, etc. sino la falta de armonía, el conflicto, lo morboso. Según la escritora actualmente lo interesante es una palabra consumista, ya que cuanto más interesante se vuelve algo, más se vende y más aumenta el mercado. Lo aburrido, clásico, bello, indica un vacío y no interesa a la sociedad.

Proseguimos con el significado de bello en la sociedad y nos encontramos con la mujer. Por un lado, se les considera bellas, y se les admira por ello, pero por el otro, una mujer que se preocupa por su aspecto físico está mal visto en la sociedad y se les tacha de egocéntricas, vanidosas y demás. Se les asocia con la estupidez y el egoísmo de pensar sólo en su belleza, se les trata como si fueran todas “Narcisas”. Es decir, se asocia el preocupar por el físico o incluso el aspecto físico con la moralidad de las personas. La ética y la estética se juntan en el mismo terreno y se les divide en términos como belleza interna y externa y demás.

La autora concluye con este recorrido por los recovecos de la belleza dejándonos con la sensación de tormento, la belleza no siempre transmite consuelo y bienestar, puede corrompernos de lo maravillosa que es, incluso en momentos en los que todos nuestros sentidos están en algo de vital importancia, podemos decir lo bello que es algo, incluso al borde de la muerte.


María Granizo Báez

Grupo 12

1 comentario:

  1. María, este comentario hay que entregárselo impreso en mano, no en el blog :)

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