Belén Morgade, grupo 12.
Ya hace siglos Calderón de la Barca nos dijo aquello de que “La vida es sueño” y ahora el director Christopher Nolan logra ponernos a soñar con una producción impresionante y un argumento que merece más atención del que normalmente los espectadores estamos acostumbrados. Origen es tan difícil como una trampa para dedos pero no deja de ser una simple trampa. Es una muy buena película que trabaja sobre la psique humana y la delgada línea entre los verdaderos recuerdos, las posibilidades de lo que aconteció y los recovecos de la cabeza. Nos atrapa.
Desde luego hace plantearte el hecho de que diariamente, en nuestra vida laboral y personal, intentamos influir en los demás para que compartan nuestras ideas, nuestros puntos de vista. Tratamos de convencer, hacer cambiar de idea a las otra personas. Constantemente intentamos, consciente o inconscientemente, hacer crecer en los demás ideas que responden a nuestros intereses o nuestras convicciones.
“¿Qué es más duro de eliminar que un parásito? Una idea”. En los sueños somos capaces de cambiar y pensar lo que queramos. Son nuestros. Ese cartel de película de una ciudad plegándose sobre ella misma, o ese puente que se construye solo o una ciudad parisina explotando como en un anuncio de Bravia. ¿No es bonito ser arquitecto de nuestra propia vida?
El personaje al que interpreta Leonardo Di Caprio (Cobb), vive atormentado por la muerte de su mujer, a la que solo puede ver en sueños y a la que no quiere dejar escapar. No quiere olvidarse de ella, y por eso ha creado un sueño especial en el que viven la decena de recuerdos con ella y que él debería cambiar.
En esta situación no encontramos con un Leonardo Di Caprio que está en la misma encrucijada en la que estuvo Keanu Reeves en Matrix: ¿La pastilla roja o la pastilla azul? ¿Saber qué es Matrix o vivir en la ignorancia? ¿Vivir en el mundo de realidad o pasarte la eternidad en un sueño con tu mujer?
Y es que todo depende del punto de vista. Una paradoja como sueños dentro de sueños, o el cambiar un sueño mientras se está soñando.
"Si yo estoy allí es real, porque nunca he estado en el sueño. Yo soy el tipo que inventó lo de los sueños" Y es que al final, si la peonza deja o no deja de girar la igual, todo depende del punto de vista.
Y es que remitiéndome al principio, tal y como dijo Calderón:
“¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción;
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.”
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