The Sound of Silence es un trabajo realizado por Alfredo Jaar, artista, arquitecto y cineasta chileno especialmente conocido por su prolífica serie de obras agrupadas en el Proyecto Ruanda (1994-2000), que reflexiona sobre el genocidio de Ruanda en 1994 y las implicaciones que conlleva en el arte escenarios como éste.
Una de sus obras más conocidas es Lamento de las Imágenes, una instalación basada en la oscuridad de un pasillo que alberga tres textos sobre el tema de la administración de imágenes. Al final del pasillo, una pantalla que emite una sórdida luz blanca.
En esta línea se sitúa Sound of Silence, una videoinstalación en la que, en tan sólo ocho minutos, da tiempo al espectador a reflexionar sobre el ''tercer mundo'', con la consecuente labor que el periodismo tiene sobre el tema, en el que se puede quedar tanto como un héroe...o como un predador.
Esto mismo le ocurrió al protagonista de la exposición, Kevin Carter, cuya biografía es el centro del proyecto. Fotoperiodista sudafricano durante la hambruna en Sudán de 1993, recibió numerosos premios por aquélla instantánea en la que se mostraba una niña famélica, a punto de perder la consciencia, y, justo detrás y al acecho, un buitre expectante. La posición del animal ya confiere a la fotografía la miseria que se vivió. Ni siquiera tiene que atacar...simplemente sabe que en horas se convertirá en carroña.
En consecuencia, Carter obtuvo el premio Polutzer de fotografía y 16 meses después se suicidó. Otros muchos periodistas imbuidos en los desastres tercermundistas acabaron así sus días, pero fue la muerte de Kevin Carter la que mayor impacto tuvo. La fotografía en cuestión conmocionó al mundo entero debido a la postura que el periodista tomó ante aquella escena. Mucho se ha hablado desde entonces: ¿Por qué no cogió a la niña y la llevó consigo al campamento de refugiados?, ¿Por qué esperó veinte minutos hasta que el animal entró en escena?, y luego, una vez obtenido su objetivo, ¿Por qué se marchó dejando allí a la pobre niña?
Bien, a Carter no le salieron las cosas como él las había pensado. La fotografía, en vez de concienciar a la sociedad hizo que se especulara sobre su integridad moral y se denostara el hecho de haber recibido un premio por su descarada crueldad.
Carter actuó de esa forma porque no tenía remedio, la chiquilla era insalvable, por lo que, aprovechando la coyuntura, disparó y captó la miseria humana de la manera más atroz. Después, solo podía espantar al buitre...Lo único que podía hacer. Y lo hizo.
Después llovieron las críticas y los abucheos por parte de una sociedad que se dedica a hacer lo mismo: ignorar primero para arrepentirse después. Triste paradoja.
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