Estaré en lo cierto si afirmo que la serie “The Simpsons” ha sido (y sigue siendo de hecho) un punto de referencia que marcó la infancia y juventud de nuestra generación, así como de las anteriores y posteriores generaciones.
Esta curiosa familia de seres amarillos de cuatro dedos residentes en Springfield nació allá en los años 80, creada por Matt Groening.
En un principio, Groenin creó a los Simpsons tomando la referencia de su propia familia, con la idea de crear una serie cómica de animación. Pronto esta pequeña serie se hizo un hueco en la televisión americana, y poco después en la de todo el mundo, dándose a conocer como la familia más popular a título mundial.
La pregunta sería: ¿Qué tiene ésta serie de animación que no tengan las demás? ¿Por qué fue tan asombrosamente acogida en nuestra cultura? El humor que Groening aplica a su obra es una especie de humor que toda persona puede entender, tenga la educación que tenga, sea menor o mayor. Incluye, asimismo, bastantes prototipos sociales de nuestra sociedad actual e introduce a menudo una pequeña crítica social enmascarada en ese agradable humor que a todos gusta.
Otras muchas series de animación han intentado imitarla o, por decirlo de alguna manera, conseguir su popularidad a lo largo de los años; estoy hablando de series como “Family Guy”, que, si bien intenta aproximar su guión al de la serie de Groening, ha conseguido diversas reacciones en la sociedad, bastante dispares unas de otras, por su humor (según opiniones) vulgar y obsceno.
Aún así, aún intentando buscar el escándalo social y mediático, no hay serie que pueda equipararse con “The Simpsons”. En esa peculiar ciudad llamada Springfield se llevan a cabo día tras día extrañas aventuras, a veces demasiado disparatadas como para ser lógicas y a veces suficientemente lógicas como para ser disparatadas. Son esos tipos de aventuras los que nos enganchan a ellos, unas acciones con situaciones reales en nuestra vida actual, pero exageradas como medida humorística; unas situaciones que podrían aplicarse a nuestra persona, ocurrirnos a nosotros mismos un día cualquiera.
Se podría decir que prácticamente, los cinco miembros de la familia han crecido con nosotros (aunque por ellos el tiempo no pasa), ¿quién no ha venido corriendo del colegio para llegar a verlos ahí metidos, haciéndonos reír, a la hora de comer? ¿Quién no ha comparado algún momento de su vida con un capítulo de los Simpsons? He aquí la mejor prueba de la huella que una simple serie televisiva ha dejado en la vida de nuestra generación, con el simple hecho de basarse en nuestras propias vidas y aportando un preciso toque de humor y crítica.
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