martes, 23 de noviembre de 2010

Carlos Garaicoa. Fin de silencio.

Descálzate y siente el suelo, tus zapatos son ornamento, un signo más de que somos civilizados, de que vivimos en un estado de bienestar, pisamos pavimento asfaltado, desgastamos nuestras suelas haciendo y deshaciendo caminos hacia ninguna parte; somos actores y protagonistas en nuestras ciudades y resignados unos, rebeldes otros, defendemos nuestro papel en este gran teatro del mundo.
Nuestro gran instrumento es el lenguaje y con él materializamos nuestros sentimientos, pensamientos; los exteriorizamos, tenemos la palabra.
Somos receptores de un sinfín de mensajes que provienen de diferentes épocas, épocas pasadas cuyos protagonistas hicieron su propia interpretación del mundo y que nos llegan hoy día a través de la palabra escrita, del arte, de la música.
Gracias a estos mensajes conocemos como se enfrentaron y comprendieron el mundo personajes de todo los campos del conocimiento, dando forma a la Historia, de la cual nosotros formamos parte durante la efímera duración de una célula, donde nuestro mayor anhelo debería ser el de examinar esa Historia, esos mensajes del pasado, que nos ayuden a tratar de entender nuestro comportamiento, a afrontar nuestro tiempo y así transmitir nuestro propio mensaje.
Estamos rodeados de mensajes, de palabras, pero no siempre nos paramos a reflexionar sobre ellos, vivimos una época de saturación de información, de fugacidad de imágenes que pasan veloces ante nuestros ojos, sin tiempo para la reflexión o el recuerdo.
Carlos Garaicoa nos presenta en su obra "Fin de silencio", expuesta en el centro cultural Matadero de Madrid, mensajes prestados de las calles de La Habana, capital de su Cuba natal, tierra de tradición política revolucionaria, pero también del ángel negro Antonio Machín, del ron y el tabaco habano.
La obra consta de siete tapices, en los que se pueden leer textos encontrados en las fachadas de las tiendas de los años 40 y 50 en La Habana o en los mismos suelos de la ciudad.
Palabras levemente manipuladas por el artista para crear poesía a través del lenguaje urbano.
Colocadas sobre el suelo de la antigua cámara frigorífica del matadero, cada alfombra guarda un mensaje, así podemos leer sentencias como: "La general tristeza negará placeres", "reina destruye o redime", etc.
Formado en Cuba, el impacto que le produce la 1ª Bienal de La Habana, el haber sido espectador de la bohemia cubana y también, el haber tenido un padre amante de la fotografía y la literatura; justifica su relación con las artes visuales, su interés por la fotografía, por la literatura, por la poesía.
El interés por la palabra, la palabra metropolitana, la diversificación de la lengua, así como su inclinación hacia la arquitectura y su reflexión sobre el espacio urbano, definen la obra de Carlos Garaicoa.

Ana Domínguez Cao
Grupo 12

No hay comentarios:

Publicar un comentario