miércoles, 24 de noviembre de 2010

LA BANSKY QUE RIE

Marta Pérez Carmona


Bansky, el eterno Bansky, aunque poco se sepa de él. Para los conservadores es un vándalo, pero para los de su calaña, es un vendido. En tierra de nadie. Paradójicamente se ha convertido (no se sabe muy bien si intencionadamente) en aquello contra lo que luchaba. El anticonsumista por excelencia vende sus obras por una millonada. A sus exposiciones (¿desde cuando los graffiteros hacen exposiciones?) acudieron famosos de la talla de Brad Pitt o Angelina. La gente no sabe en que bando juega el incomprendido Bansky. ¿Se ríe de sus seguidores?, ¿se ríe, pues, de los que le tachan de hipócrita? ¿se ríe de si mismo? ¿se ríe siquiera? Hay dos opciones, o Bansky tenía planeada esta ascensión, o el tiro le salió por la culata.

También su oculta identidad plantea dudas. Puede que realmente no quisiese ser conocido, motivos no le sobran (ocultarse de la policía o acosamiento por parte de la prensa entre otros), o puede que se trate de una estrategia de marketing. ¿Cuando dejo Bansky sus auténticos orígenes, dejo de ser un graffitero propiamente dicho, para convertirse en artista?. En vez de Bansky, debería haberse llamado Rey Misterio, o Incógnita. Se ha llegado a especular sobre Bansky como un proyecto, un grupo de personas tras un fin. Quizás hacer que el graffiti (o la técnica de plantillas en este caso) se exponga en museos. Quizás hacer que aquellos que dicen que una pared está “sucia” cuando ven un taggeo en ella, compren ese nombre.

De todo este misterio cabe destacar una cosa que sobresale más que el propio personaje. ¿A que viene esta repentina fiebre?

Mucha gente ni había oído hablar del tal Bansky hacia un par de meses, y sin embargo ahora aparece en los periódicos, en la televisión. Gente que aborrece el graffiti alaba su trabajo. “Obreros cubren sin querer una obra del polémico artista Bansky” reza un titular. “El ayuntamiento se gasta millones en limpiar paredes de pintadas” dice a continuación. Hipocresía a borbotones.

Se han dejado guiar todos. Castigados al decir que Bansky solo les parecía basura, provocadora, pero basura y al fin y al cabo. Este concepto de “todos somos ovejas” no es nuevo. Bansky nos ha toreado. Bansky el desterrado, el que se pasó de bando. Sin embargo es el mismo Bansky que ha conseguido el sueño de todo graffitero: que conozcan tu nombre, que te respeten las piezas y que, por si fuera poco, paguen por tenerlas. Hipócritas todos. Quizás Bansky solo fue un chaval con unos ideales de denuncia social y política, mucha imaginación y una suerte desmesurada. Quizás le han buscado las cosquillas. Quizás por eso se ríe Bansky.

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