martes, 23 de noviembre de 2010

EL HOMBRE ES UN BUITRE PARA EL HOMBRE


Rubén Ustero Pardos

El artista se quedó en cronista. El chileno Alfredo Jaar nos presenta Three Women y The Sound of Silence, instalaciones donde se propone denunciar unas historias injustas, y se sirve de dos elementos principales que vienen siendo habituales en este autor: la luz y la fotografía (aunque aparezca en un video). La idea es poner luz sobre esas injusticias. Pero lo consigue de una forma más conmemorativa o notarial que artística puesto que no aporta nada nuevo a las historias que nos presenta, sólo nos las señala, las saca de nuevo a la luz, centrando nuestra atención primero con esos focos, intentando sacar del olvido a Graça Machel, Ela Bahtt y Aung San Suu Kyi, y después con la pared lumínica, para luego introducirnos en la oscuridad de la vida de Kevin Carter y flashearnos, como queriendo hacernos reaccionar, metiéndonos en la foto.

El drama de la historia del reportero sudafricano trasciende la famosa imagen que le granjeó el premio Pulitzer. Jaar no nos está hablando de la injusticia del tercer mundo; para ello la fotografía habla por sí sola. Deja patente la pobreza de África, la extremada delgadez de esa pobre niña y el acecho del buitre sobre ella. Todo lo que se haga para concienciar sobre el problema que supone el hambre, la desnutrición que padecen muchísimos africanos, que nos lo recuerde, y sobre todo, importantísimo, que nos implique y que nos empuje a actuar contra las desigualdades que existen en el mundo, todo eso es poco.

Pero esa no es la intención principal de Alfredo Jaar. El drama que nos presenta tiene su punto de inflexión en el hecho de que tras capturar la imagen, el fotógrafo no ayudase a esa niña a merced del animal (aunque la amenaza sólo sea un efecto óptico dada la lejanía e intenciones del ave). La crueldad de esa situación no radica en esta pasividad sino en el desentendimiento del primer mundo que permite las desigualdades que existen con respecto a las zonas del planeta menos favorecidas y no evita que esos niños y el resto de su población no vean cumplidos ni sus derechos humanos más básicos.
Y aquí está lo que el artista nos quiere denunciar, la historia en torno a la fotografía y que la acompaña, las injustas críticas que recibió el reportero y junto a otros factores lo llevaron al suicidio. Duras críticas consecuencia de la hipocresía e ignorancia que nos inunda, y que acabaron con el artista como carroña de su público.
Entre todos lo matamos y solo se murió. Como dijo Thomas Hobbes, homo homini lupus, el hombre es un lobo para el hombre, en este caso un buitre.

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