Roberto Díaz Majano.
La historia de Nastagio delgli Onesti es un conjunto de 4 tablas pintadas por Botticelli. En esta obra se nos narra una de los pasajes del Decamerón de Bocaccio. Las pinturas fueron encargadas a Botticelli en 1483, como regalo de bodas destinado a Giannozzo Pucci y a su nueva esposa: Lucrezia, hija de Piero Binni. Las cuatro piezas se utilizaron como adorno del dormitorio nupcial de la pareja.
En las dos primeras obras aparece Nastagio presenciando una aparición en la que una mujer es asesinada por un hombre a caballo: su amado, a quien la dama rechazó. En la tercera vemos una gran congregación de gente siendo testigos del suceso y un banquete en la última.
Una de las características que sorprenden a simple vista de las obras, es la repetición de algunos personajes en una misma tabla. Así ocurre en la primera con Nastagio, lo cual tiene carácter narrativo, nos muestra varios momentos de esta historia, acotados entre los troncos de los árboles. Del mismo modo ocurre con la aparición de la mujer en la segunda tabla, pero en este caso sirve para expresar la periodicidad de la tortura a la que están sometidos los personajes.
El constante cambio del espacio no es casualidad. La estructura del lugar también nos aporta información, llegando en ocasiones a participar “empáticamente” en el dolor del crimen. Así lo vemos en la segunda tabla, justo en vertical a la herida de la mujer encontramos una grieta entre los árboles que acentúa la violencia de los hechos. A su vez, el cambio del lugar en el que se desarrollan las acciones cuenta la historia de la civilización, por lo que en el primer acto encontramos una arboleda que va siendo talada hasta que en la última imagen desaparece, y encontramos en su lugar unas columnas totalmente simétricas.
Probablemente, uno de los rasgos que más me inquieta de las cuatro pinturas es ese movimiento circular de las imágenes que, sin lugar a dudas, vuelve a tratar el tema de la repetición, del eterno retorno de las crueldades. Podemos apreciarlo en la segunda tabla, en los brazos de la víctima al fondo y en los de Nastagio en un primer plano. También evocan esta noria de castigo la expresión de los brazos de los invitados en la tercera tabla.
El fin de esta obra es moralizante. Es decir, intenta inculcar un unos valores en el pensamiento de la época. La “moraleja” pretende que las mujeres no se resistan a las peticiones de los hombres, lo cual dio resultado a Nastagio, puesto que después de congregar a toda la gente para presenciar la aparición, su amada accedió a casarse con él, como vemos en el último cuadro.
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