Carla González Fernández
El museo nacional del Prado tiene la mayor colección de pinturas españolas del mundo, pero entre sus muros podemos además encontrar obras italianas y flamencas. Un recorrido del arte occidental que va desde la Edad Media hasta el siglo XIX.
Entre todas las estancias de esta gran pinacoteca nos tropezamos con la sala del Quattrocento italiano donde vemos dos tablas que pertenecen a un cuarteto (el museo tiene tres de las cuatro tablas, la cuarta pertenece a una colección privada) en el que se representa la historia de Nastagio degli onesti del “Decamerón” de Giovanni Boccaccio, pintadas por Sandro Botticelli. Estas piezas fueron un encargo que se le hizo al pintor como regalo para el matrimonio de Giannozzo Pucci y Lucrezia Bini.
La historia nos narra como Nastagio destrozado por no ser correspondido en el amor que siente hacia la hija de Paolo Traversari, de linaje más alto que el suyo, y a punto de malgastar toda su fortuna, es llevado por sus amigos al pinar de Chiassi. Allí observa la historia de Guido degli Anastagi, un caballero que al no ser correspondido en el amor se suicida. Al morir su amada, que había sido indiferente a su suicidio, son castigados a una continua persecución en la que el caballero sigue a la joven hasta que logra cazarla y la abre en canal y le arranca el corazón tirándoselo a unos perros. Historia que está destinada a repetirse el mismo número de años que la mujer ignoró al caballero. Nastagio sobrecogido por esta imagen decide celebrar un banquete en este pinar para que así, la mujer a la que ama, pueda observar la historia. Gracias a esta estrategia logra que la hija de Paolo Traversari decida casarse, por miedo, con él.
En las obras de este pintor siempre se ponen de manifiesto rasgos característicos de su obra como son la elegancia en el trazo, la fuerza expresiva en las líneas o el carácter melancólico de sus pinturas. Rasgos muy personales que sin embargo no vemos presente en la totalidad de estas tablas, por lo que se piensa en la ayuda de sus colaboradores.
Influenciado por el neoplatonismo cristiano y por su afán en conciliar las ideas cristianas y las clásicas, Botticelli en este caso nos representa una escena pagana pero con un carácter moral. Una moral fundada en el machismo de la época, donde la mujer es proclive a dejarse llevar por sus deseos, y el hombre debe controlárselos.
Una serie que ha sido muy admirada tanto por su temática como por la gracia del artista, pero que también a levantado polémica en el ambiente museístico por el hecho de que no se encuentre toda la obra junta.
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