Sofía Corrales
Qué bonita utopía. Las ciudades pintadas por las personas que la habitan, como si fuera su casa y tuvieran el derecho de ponerla de la forma más agradable. Las paredes que hablan sobre lo que realmente se busca decir. La inexistencia de razones para oponerse a esto. La belleza de la opinión que se escucha, se comparta o no.
Esto es lo que busca Banksy, el artista callejero más famoso de hoy en día, de identidad oculta pero pensamientos profundos, fuertes, y manifiestos. Ganas de ser escuchado, visto, percibido, sea como sea. Eso es Banksy. Si no quieres oírlo, tendrás que verlo. Si no quieres verlo, te aguantas.
Como dice Oscar Masotta, intelectual argentino, de trayectoria en diversos campos culturales, “El mundo no está en lo que se ve, sino en la propia mirada” .
Banksy no quiere que veas lo que él ve. Quiere que veas como él ve, es decir, cuestionándose su alrededor, confiando en sus opiniones y manifestándolas. (Teniendo en cuenta que equivocarse es de sabios).
Banksy desnuda, a través de su arte urbano y con una increíble voluntad polémica y poética, muchos de los lugares comunes del capitalismo, inventando una “contragalería” con una lucha vital por el espacio público.
Público quiere decir, según la RAE, “Perteneciente o relativo a todo el pueblo”. Banksy reivindica constantemente durante su obra y su trayectoria este derecho a utilizar o modificar aquello que como parte del pueblo también le pertenece. Si el espacio público fuese realmente público el graffiti no se debería considerar vandalismo, como muchos lo llaman, sino decoración, derecho que todos tenemos a ejercer, y, en algunas ocasiones, arte.
“Empecé a hacer graffiti cuando tenía alrededor de 14 años, y la gente siempre pregunta; ¿qué te hace hacerlo? Pero la pregunta era siempre, en realidad, ¿porqué no ibas a hacerlo?”
Me parece muy resaltable este aspecto de su obra, que realmente no tiene una razón para ser, sino que no hay nada por lo que no pueda hacerlo. Si piensas algo, ¿por qué no decirlo? Si tienes algo que mostrar ¿por qué no enseñarlo? Si piensas de una manera ¿Por qué no manifestarlo? ¿Por qué?
Esto es lo que busca Banksy, el artista callejero más famoso de hoy en día, de identidad oculta pero pensamientos profundos, fuertes, y manifiestos. Ganas de ser escuchado, visto, percibido, sea como sea. Eso es Banksy. Si no quieres oírlo, tendrás que verlo. Si no quieres verlo, te aguantas.
Como dice Oscar Masotta, intelectual argentino, de trayectoria en diversos campos culturales, “El mundo no está en lo que se ve, sino en la propia mirada” .
Banksy no quiere que veas lo que él ve. Quiere que veas como él ve, es decir, cuestionándose su alrededor, confiando en sus opiniones y manifestándolas. (Teniendo en cuenta que equivocarse es de sabios).
Banksy desnuda, a través de su arte urbano y con una increíble voluntad polémica y poética, muchos de los lugares comunes del capitalismo, inventando una “contragalería” con una lucha vital por el espacio público.
Público quiere decir, según la RAE, “Perteneciente o relativo a todo el pueblo”. Banksy reivindica constantemente durante su obra y su trayectoria este derecho a utilizar o modificar aquello que como parte del pueblo también le pertenece. Si el espacio público fuese realmente público el graffiti no se debería considerar vandalismo, como muchos lo llaman, sino decoración, derecho que todos tenemos a ejercer, y, en algunas ocasiones, arte.
“Empecé a hacer graffiti cuando tenía alrededor de 14 años, y la gente siempre pregunta; ¿qué te hace hacerlo? Pero la pregunta era siempre, en realidad, ¿porqué no ibas a hacerlo?”
Me parece muy resaltable este aspecto de su obra, que realmente no tiene una razón para ser, sino que no hay nada por lo que no pueda hacerlo. Si piensas algo, ¿por qué no decirlo? Si tienes algo que mostrar ¿por qué no enseñarlo? Si piensas de una manera ¿Por qué no manifestarlo? ¿Por qué?
Esto es el origen de la obra de Banksy, un artista que no busca un reconocimiento como tal, sino una audición de sus principios, una atención a sus denuncias sociales. Su anonimato deja en evidencia sus claras intenciones, que, si bien podían haber sido buscar un cierto reconocimiento como artista (que ya habría obtenido de haberse identificado), lo dejan aparte para centrar el foco en su mensaje. Resalto esta característica como excepcional porque no es común que los artistas dejen de lado su ego. Mensaje antes que emisor. Confianza y fe en sus ideas antes que fama como artista.
Citando al propio Banksy, “Mueres dos veces, una cuando dejas de respirar, y la segunda vez, cuando alguien pronuncia tu nombre por última vez”.
Si esto, es cierto, larga vida a Banksy está más que asegurada.
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