domingo, 14 de noviembre de 2010

ALFREDO EVAPORADO JAAR

Marta Perez Carmona


En la galería Oliva Arauna, Alfredo Jaar ha expuesto dos obras, en apariencia desligadas pero que mantienen un mismo patrón de presentación. En la primera, Three Women, unos incandescentes focos alumbran desmesuradamente diminutos retratos de mujeres. La verdad, no interesan mucho hasta que eres informado de las grandes cosas (a pequeña escala) que esas mujeres han hecho y es entonces cuando eres capaz de ponerles nombre a esos rostros.

La segunda es una videoinstalación biográfica de Kevin Carter, ganador del premio Pulitzer y muerto en el intento.

La relación entre ambas es clara, ¿donde está Alfredo Jaar?

Sabemos la vida de las mujeres y la del fotógrafo, pero eso no incumbe directamente al artista chileno. Su propio nombre está camuflado bajo el de otras personas. Sin embargo su presencia se advierte, en el caso de Kevin Carter, en una sutil distorsión de los hechos.

Jaar nos presenta la realidad como el quiere que la veamos, jugando con nosotros a su antojo. Lo que aparentemente podría ser un ejercicio de compasión hacia el fotógrafo, es en realidad un ejemplo de como obviar detalles o modificar la realidad puede hacernos cambiar de opinión radicalmente. En principio, Kevin Carter nos parece un monstruo por abandonar a la indefensa niña. Luego, tras conocer su historia, pensamos que no fue tan malvado dadas las circunstancias y nos apiadamos de él. Sin embargo, Jaar se deja algo en el tintero: había más fotógrafos en el área haciendo instantáneas similares a la suya, aunque sin tanta repercusión. La foto se tomo cerca de un campamento donde repartían comida y el lugar exacto retratado era un sitio al cual se tiraban los restos de comida o se defecaba, de ahí la presencia del buitre, el cual estaba a 20 metros de la niña. No fue Carter el protagonista, ni siquiera la niña. Fuimos nosotros al darle esa importancia.

El artista solo da la cara al “flashearnos”, dándonos a entender que somos nosotros los buitres, somos nosotros los que construimos y desbaratamos la realidad y es el artista el que esta jugando con nosotros al enfocarnos de la manera que el quiere. No fue el premio Pulitzer el que enterró a Kevin, Kevin Carter, sino los dedos que le señalaban.

Esta exposición de carácter periodístico muestra como dar más o menos información puede provocar una determinada reacción (compasión u odio hacia Carter o indiferencia, incomprensión o profunda admiración hacia las tres mujeres). Quizás lo que todo esto signifique es la facilidad de los medios para modificar información, ya que están a una prudente distancia (como Alfredo Jaar) creando una efímera pero increíblemente influenciable relación entre medios de comunicación y espectador.

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