-Se puede entrar, pero tienes que quitarte los zapatos. ¡Ah! Y se pueden pisar los tapices.
Esa es la frase que oí al entrar, ya con eso imaginé que la exposición no sería algo muy común, y que aunque no me tenía por qué fascinar, la atención me llamaría, al menos.
Cuando das los primeros pasos te llama la atención la oscuridad y el silencio que reina en la sala. Entras en el mundo creado por Carlos Garaicoa, llamado Fin de Silencio. La exposición consta de siete tapices que, si algo hacen, es transmitir sensaciones. La primera que sentí yo es la curiosidad, ves esas grandes alfombras, con hojas secas, agujeros, aceras mojadas, las pisas y notas un tacto suave y agradable, no sé cuántas veces tuve que pasar el pie suavemente por los charcos y los chicles que parecían estar ahí realmente, para cerciorarme de que no estaban, que era simplemente un tejido más.
Después de esa primera sensación de curiosidad acerca de las baldosas, y sus roturas y defectos hechos hilo, me llamaron la atención las palabras escritas en los tapices. Palabras que incitan a luchar, y a protestar contra un mundo que no hace más que ir a peor. Sabiendo que el artista reside en Cuba comprendes el por qué de esa necesidad de reclamar y pedir un cambio social, que implique el alzar la voz, el fin del silencio. Palabras y frases como la lucha es de todos, vivir sin miedo sin rival morir, la general tristeza negará placeres, festines de sangre, etc. hacen que uno se plantee la sociedad en la que vive, y cómo está viviendo su vida, si piensa en lo que le rodea, hasta qué punto es una víctima más de la sociedad capitalista.
La exposición al completo transmite una sensación de tranquilidad cuando entras en la sala, te quitas los zapatos y paseas por encima de los tapices que se contrarresta con las fogosas palabras que están escritas en ellos.
También me llamaron la atención los videos que se proyectan en el suelo, dan la sensación de que estás en un ambiente urbano, dando un paseíto por las calles de La Habana, que es de provienen esos títulos y carteles que el artista ha modificado consiguiendo crear frases directas que nos llevan a pensar en lo que podríamos hacer para cambiar el mundo y como en nuestro día a día, cuando vamos pisando las baldosas del suelo de nuestra ciudad, ni nos planteamos la posibilidad de ese cambio.
Para terminar, creo que la combinación de los tapices y esos mensajes de lucha destacaban muy bien en esa sala tranquila y apaciguada del Matadero Madrid, Abierto x Obras, creando una estética que favorecía mucho a la exposición y al mensaje que trataba de transmitir.
María Granizo Báez
Grupo 12.
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