En 1483, Sandro Botticelli (pintor cuatrocentista italiano,1445 –1510) recibió el encargo de Lorenzo el Magnífico de realizar unas spallieras (paneles decorativos que se acoplaban en paredes de madera) como regalo de bodas para la cámara nupcial de la familia Pucci.
Para realizar estos paneles al temple de 83 x 138 cm (las tres primeras obras) y 84 x 142 cm (la cuarta obra), tomó como inspiración la historia de Nastagio, recogida en la octava novella de la quinta jornada del Decamerón de Boccaccio: «El infierno de los amantes crueles»; cuya obra trata de temas como el amor, la inteligencia humana, la fortuna… Aquí cuenta cómo un joven es testigo del asesinato de una dama a manos de un caballero montado en un caballo blanco, abriéndola para extirparla las entrañas y dárselas de comer a sus canes. El caballero le explica el por qué de este cruel asesinato; y es que están condenados a realizarlo cada viernes, puesto que él estaba enamorado de ella y, al ser rechazado, decidió suicidarse; pero como ella no mostró pena alguna, fueron condenados con ese castigo.
En el primer cuadro vemos, de izquierda a derecha y separado por árboles, tres escenas: en la primera, Nastagio contará lo que ha visto en el bosque; en la segunda, el protagonista está realizando sus labores en el campo; y en la tercera, observamos la persecución del caballero a su amada. Este cuadro fue pintado por ayudantes, pero hay rasgos del artista en los ropajes y facciones de los personajes.
En el segundo cuadro, Nastagio contempla la sangrienta penitencia, y al fondo cómo ésta ha de repetirse. Este cuadro se le atribuye a Botticelli, aunque también se barajan nombres como el de Filippino Lippi.
En el tercero, contemplamos un banquete que el protagonista ha celebrado para que puedan contemplar la maldición del caballero y la dama, y así persuadir a su amada para que se case con él. Esta vez, figuras como el cuerpo desnudo indican que pertenece a Botticelli.
Por último, el cuarto cuadro muestra una escena diferente, se desarrolla en un marco urbanístico: un arco del triunfo acoge a los comensales, que se dedican miradas de complicidad, en el enlace entre Nastagio y su amada. En esta obra, la pobreza en la técnica pictórica lleva a pensar que no pertenece a Botticelli.
Llama la atención aspectos como el de la tala de árboles en los cuadros representando la muerte de la naturaleza y la evolución del hombre y el medio urbano; la aparición de los escudos de las familias Pucci y Medicci; o el tratamiento del desnudo como algo cruel, común en sus obras e inspiración en otras como “Diana Cazadora” de Renoir o “San Jorge y el dragón” de Rafael. Tres de las tablas están en el Museo del Prado.
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