La antigua cámara frigorífica del Matadero de Madrid expone desde el pasado 25 de septiembre y hasta el 7 de noviembre “Fin de silencio”, una instalación del artista cubano Carlos Garaicoa. La obra, de carácter textual y post-conceptual, comprende siete tapices que representan distintas calzadas de La Habana, seis de ellos con los rótulos modificados.
Estas recreaciones del pavimento habanero en una agradable textura de alfombra han sido realizadas a escala 1:1, mediante las tomas fotográficas del suelo y un proceso digital. Les acompañan dos vídeos, proyectados en el suelo de la sala, que muestran esos rincones de Cuba -transportados ahora en forma de tapiz a Madrid- que tantas veces han sido pisados, acción a la que, además, incita (una pudo presenciar el día de la inauguración a un grupo de niños que recorrieron media Habana tan sólo imitando a los viandantes filmados en la grabación) Y es que se trata de una obra interactiva, a la que se accede descalzo y a oscuras: we walk the line, con los tapices iluminados como única guía. Un trompe-l’oeil que una vez se pisa se descubre el pastel: “¡no es de piedra, es hilo!”
¿Cuál es la pretensión del artista? Su site specific art incita a la reflexión, la cual está condicionada por el espacio: no será la misma para el espectador que ha estado en La Habana que para el que no. Sin embargo, la lectura crítica es común a todos: la alusión a la actual situación política cubana mediante recursos propagandísticos que le son propios, los eslóganes (como por ejemplo la representación de la tipografía de la firma del bazar “La lucha”, prolongado con “La lucha es de todos”)
Un llamamiento que ha llegado hasta la capital española no a través de los medios de masas, sino de una forma más realista aunque también más naif. El artista construye un puente entre ambas ciudades, de modo que teletransporta al individuo que se halla en la exposición hasta el lugar de origen de las calzadas representadas, si bien la textura confortable dista bastante de la real. Y esta es la pretenciosidad del artista, convertir unos cuantos metros cuadrados de suelo cubano en objetos de lujo, expuestos para ser respetados y contemplados, no para barrer debajo de ellos, sino para caminar sobre ellos. De esta manera Garaicoa propone al caminante afrontar lo que muchos se desviven en esconder; fin de silencio es, a fin de cuentas, una reivindicación al valor.
Let's take an old fashioned walk, I'm just bursting with talk, what a tale could be told if we went for an old fashioned walk (Irving Berlin)
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