miércoles, 27 de octubre de 2010

Fin de silencio, comienzo de la ceguera positiva...

Una sala en penumbra, tapices iluminados y paredes desconchadas. Nada más entrar me comentan que tengo que visitar descalzo la exposición. Me quito los zapatos. Ahí empieza mi paseo sensorial por La Habana.

Me hace gracia, una exposición de tema tan duro y tan suave al tacto, reflexiono temas chungos sobre una nube, se me escapa una risa. Frases rebuscadas, alguna muy sonada y otras a las que cuesta darles un sentido, hasta que descubro las proyecciones que sirven de comparación, de contrapunto a la parte restante.

Cuba…, lugar donde todos tienen y nadie tiene, donde la revolución oprime, donde el bloqueo se convierte en libertad. Un paraíso con aires infernales, o eso comentan quienes han estado allí (que yo conozca, se entiende).

La lucha es de todos, fue la frase que mas me interesó. Dándole un significado, entiendo que el autor se refiere a que lo que en principio fue una revolución por y para el pueblo, se ha convertido en un régimen sumiso a un líder. Puede ser que me confunda, tan sólo es mi interpretación.

El entorno de la obra da lugar a la imaginación. Nos permite cerrar los ojos, pero no esos ojos que están debajo de las cejas y a los lados de la nariz, sino los ojos mentales, que suelen servir para cegarnos ante cualquier otra cosa que no sea la pura realidad. También es cierto que no todo el mundo sabe cerrarlos, el caso es que a mi casi me daba olor a frijoles y a frutas tropicales al contemplar las alfombras. Eso sí, las frutas estaban empezando a pasarse, y los frijoles estaban empezando a quemarse.

Recibir impresiones… ¿qué es el arte si no eso? Estamos acostumbrados a que lo que nos trasmite una obra de arte sea “joder, que bonito, que armonía, que formas…”. Ésta obra me ha impresionado mas que ninguna obra impresionista (valga la redundancia) de Degas o Monet que haya tenido la ocasión de contemplar. En mi opinión, estamos condicionados para contemplar las artes plásticas con un solo sentido: la vista. ¿Y si apartamos este sentido para dar paso al resto?, mas aún, ¿y si apartamos todos los sentidos para comprender realmente la belleza? Son estas dos preguntas las que se me presentaron a gritos mientras iba descubriendo la exposición y a las que llevo dando vueltas (es cierto que cada vez en menor medida) desde entonces.

El volcán estallará y, con él, tarde o temprano, estallarán también las sociedades actuales, ya que el cambio es necesario, ya que llegará un momento en el que no aguantemos más. Lo mismo sucederá, o está sucediendo, o lleva tiempo sucediendo, con el arte: El volcán estallará y quedaremos ciegos de la vista (ahora si hablo de los ojos que todos conocemos), para dar paso a la experiencia sensorial.

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