lunes, 11 de octubre de 2010

Alicia 1, 2, 3…

Llego. Me siento como Alicia, pequeña. Voy cayendo por un hueco que me lleva hasta la cámara. Todo está al revés. Arriba oscuridad, abajo luz. ¡Una moneda! Me agacho a cogerla y veo mis pies. Estoy descalza… ¡Estoy descalza! Bueno, el piso es confortable, no me importa.

Lo sé, estoy en la cámara, pero a la vez estoy en la calle. Y descalza. El pensamiento. ¿El mío? No, el de todos. Miro atrás, no veo a nadie, pero están todos. Cierro los ojos. Donde solían gobernar mis manos, ahora lo hacen mis pies. Nunca me habían gobernado mis pies; creo que a ti tampoco.

Vuelvo a abrir los ojos. Sigo sin acostumbrarme a que el sol esté bajo mi cabeza. Salgo a la calle. No. Entro en la calle. El pavimento bajo mis pies es suave, ligero; su mensaje, contundente. Todo son contrastes. Allí todo son contrastes. Avanzo. Veo a gente que camina, sin rumbo, pero con un fin. ¿Dónde están? Debo acostumbrarme a mirar hacia abajo y no detrás de mí. Por detrás no hay nada, todo viene desde delante.

Comienzo a comprender. La galleta que me comí hace unos minutos me ha llevado hasta este lugar. He encogido. Soy Alicia, ya no lo dudo. Si no no podría explicarme el tamaño de estas baldosas. Definitivamente soy Alicia. Oigo ruido. ¿Fin de silencio? Sí, claro que sí, oigo ruido, de tambores. Todo se va a acabar, esperad sólo un poco más. Ya no queda nada. Gritan. Cada vez más. En silencio, pero gritan. La lucha es de todos.

Entonces le veo. Te veo. No sé si te había imaginado así, de repente he olvidado todo lo que creía que sabía y veo que hacia mí camina tu voz. Y se alza, pero hacia abajo. ¿Por qué ha de sorprenderme tanto siempre este hecho? Hacia abajo, parece una incongruencia y, sin embargo, para llegar a lo alto, hay que empezar desde abajo. Tiene todo el sentido. Aquí te estarás un poco más en casa, te lo noto. Cada vez te entiendo más, tu voz surge clara y se abre paso, aunque otros intenten acallar. Pero están lejos.

El sentir es infinito. ¿Cómo caminaba antes de hoy? ¿Cómo vivía antes de hoy? Encuentro que mis manos han estado limitando mi piel. Y mi piel ha sido mi frontera. Pero ya he conseguido pasar y ahora te oigo más que nunca, con más fuerza.

Ya me voy. Al fondo alguien verde me despide. Se hace más y más pequeño. Cada minuto más. Cada día más. Y desaparece. Para siempre, desaparece. No le echarán de menos.

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